Mis líneas perpendiculares.


Las líneas perpendiculares se pierden en el infinito granulado, desapareciendo sin saber para qué. Quizá se junten para formar así un solo cuerpo y volver a desaparecer en, quizá, otro infinito, junto a otras líneas, quizá, perpendiculares y repetir el mismo proceso infinitamente. O quizá sólo desaparecen para no volver a aparecer jamás, dejando un vago recuerdo de los cuadrados que juntas formaban.


Alguna que otra.

El color gris.


Te podría hablar del gris. El gris es sólido, y es enorme, y plano, pero cuando acaba, hay color. Pero no rojo. Cuando se acaba, hay color. Azul. Quizás. Pero no rojo. El rojo está al final del todo en este orden imaginario y recién establecido. Esperando. Al final.
Antes del gris no hay nada, por cierto. Ni siquiera más gris. Solo nada. Ni infinito. Nada.

Mnemósine.



Ahora me siento como la victoria de samotracia, con alas pero sin cabeza... Algún dia la tristeza de su inexsitencia me rebanará en dos.